Ni la terracita del albergue de montaña con vistas a un glaciar y, cuando se van las nubes, al monte Cervino. Ni la vista infinita desde el jardín de casa con toda Ciudad de México a nuestros pies. Es lo de siempre con aserciones absolutas: ¡sobre gustos no hay nada escrito! Pero no deja de ser sorprendente que Luxemburgo resulte tan bonita…
Eso es que no han visto La Concha desde el Monte Igueldo. Ni el Cantábrico, dándose la vuelta.
Ni la terracita del albergue de montaña con vistas a un glaciar y, cuando se van las nubes, al monte Cervino. Ni la vista infinita desde el jardín de casa con toda Ciudad de México a nuestros pies. Es lo de siempre con aserciones absolutas: ¡sobre gustos no hay nada escrito! Pero no deja de ser sorprendente que Luxemburgo resulte tan bonita…